De vergüenzas anecdóticas y mal uso de corrector.

Todos hemos vivido situaciones que se quedan tanto en nuestro subconsciente como en la memoria colectiva. Me refiero a ese tipo de momentos que recordarás para siempre, y en ese punto, las vergüenzas se llevan el primer puesto.

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Yo recuerdo siempre en diciembre lo que me pasó hace unos años atrás cuando estaba buscando trabajo, recién egresada de la universidad. Imprimí varios currículum, me vestí súper formal (un traje de dos piezas que lo jubilé anticipadamente) y partí a presentarme a todos los colegios de mi ciudad.

En algunos me recibieron de forma muy amena, en otros con suerte recepcionaron el sobre (donde iba mi cv) dejándolo amontonado que el resto de aspirantes que andaban buscando lo mismo que yo, un trabajo estable de profesor/a.

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Gentileza de DSD.

Recorrí y llegué a un colegio que no había considerado (en primera instancia) porque no era «tradicional» a que me refiero, que implementaba un sistema de enseñanza basado en el arte, masajes, tai chi, etc. Todo súper holístico en comparación al sistema conductista bajo el que nos forman en la universidad y se aplica en el aula (aunque poco a poco se va concretando el constructivismo) PEEEEERO bueno, decidí entrar y decir el mismo discurso que en los otros establecimientos.

Y parece que les caí en gracia porque de inmediato me pidieron completar una hoja de postulación (lo que no he hecho nunca en ningún otro colegio) donde salían preguntas relacionadas a la reencarnación, el aura y cosas así. Además de «camuflar» datos como las pretensiones de renta, aspiraciones laborales, etc. Iba todo bien pero me equivoqué al escribir mi nivel educacional. DA-AH.

Decidí que sería mejor que terminará de completar la hoja y pediría corrector en la oficina del director, así lo hice. Pero cuando llegué, estaba ocupado conversando por teléfono y me indicó que me sentara. Entonces busqué (con la vista) algún corrector y encontré los que eran odiados por mí (nunca supé como usarlos) 😦

¡De estos mismos!

Y como avanzaba el tiempo… decidí usar ese corrector, lo que no sabía es que mi motricidad me jugaría una mala pasada y terminé desprendiendo por completo toda la cinta que trae impregnado el corrector… así que terminé sacando pedazos y pegándolo en la hoja a corregir (quedó mucho más evidente mi error jaja), cuando me di cuenta, había gastado casi todo y entré en pánico (porque estaba nuevo) así que discretamente lo camufle entre unos papeles que estaban en el escritorio de ese señor holístico.

PERO se mueren ¡habían cámaras! así que había quedado en evidencia como la «joven profesional que busca trabajo y gasta correctores ajenos».

Así que me lleve mi postulación xD y fue mero tiempo perdido en ese colegio jajaja. Debí haber sido más paciente y quizás sería la profe más zen del mundo 😛 en todo caso ese colegio no duró mucho… ¡era de lo más tránsfugo!

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¿Tienen alguna anécdota vergonzosa de entrevistas laborales?

54 Respuestas a “De vergüenzas anecdóticas y mal uso de corrector.

  1. wajajajajaja

    mi vida es una anecdota, igual me pasan weas que rozan lo extraño y algunos podrian deprimirse pero creo que prefiero contarme la historia con humor en mi cabeza, total, reirnos de lo que nos pasa es una decision

    quiza quebraron porque gastaste todo el corrector y se les fue a la mierda el presupuesto posoye
    jajajajaj

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  2. Amaba esos correctores, tuve varios pero solo me duraban un par de días porque los quebraba … Como? Ni idea pero así era, hasta que me aburrí de invertir plata en algo que me duraba súper poco ajajjaja

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  3. jajaja, pucha menos mal que el universo te dio la señal a través del corrector para que huyeras raudamente de ese lugar.
    Ay, estoy en ese mismo proceso con el que iniciaste el relato, la próxima semana me toca sacar los mejores trapos, la mejor cara de «soy la que buscan» y salir a aplanar calles con mis currículums. Ojalá que me salga algo por ahí 🙂

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  4. Noooo… que planchaaaa… me muero! y cómo cacahste que tenían cámaras???? jajaajaja
    Igual la media volaita del colegio en la onda zen jajaja (aunque me gusta un poco) pero nada que ver si era tránsfugo po… que mula

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  5. jajajaja pero que post más divertido
    Me imagino que en su momento lo pasaste fatal pero ahora lo recuerdas como algo anecdótico.
    Yo no tengo ninguna anécdota laboral la verdad 🙂
    Por cierto el gif final de «I Love my job» es una pasada jaja
    ¡Un beso enorme!

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  6. Querida acá estoy visitando tu blog que está muy bello, en la u me pasaron wordpress, pero casi me quedé en el ramo :c así que te idolatro *-* a mi me pasó cuando busqué la práctica que mi jefe al entrevistarme me dijo que no parecía diseñadora porque era muy fome para vestirme! 77 pero igual me dio el puesto y yo no le dije nada por su cara deforme e.e xD besitos linda *-*

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  7. Eso es nervios más mala motricidad fina y me siento identificada porque me pasa igual, yo rompo papeles importantes en momentos así, o firmo con el lápiz encima y una vez hasta rajé una hoja.
    Igual raras las preguntas del aura y esas cosas, fue para mejor quizás no quedar ahí.

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    • Ay a mí me pasó hace poco que firmé mal una licencia 😦 y fue de puro nerviosa, así que mi esposo siempre me reta por lo mismo :/ o porque choco con las paredes jaja.

      Sí fue para mejor porque no duró mucho ese colegio.

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  8. Feliz navidad atrasada, Pao 🙂
    xD! Es notable la anécdota, me dio mucha risa. Si te consuela, soy la reina de los infortunios vergonzosos y jocosos, asi que te comprendo plenamente.
    Un besito!
    🙂

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  9. Que buena anécdota jaoaojajo siempre odie esos correctores porque sentía que no duraban nada D: y morí con lo del colegio, del aura y todo eso xd la verdad es que a mi siempre me andan pasando chascos jaoajaoj podría escribir un libro de hecho, espero que estés bien un abrazo ❤

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  10. jajajajajaja pooocha Pao que mal. Creo que la mezcla de nervios más mala motricidad es la peor del mundo. Además en momentos así uno quiere que salga todo perfecto para dar una buena impresión, pero bueno por algo pasó, imaginate si te hubieran contratado, bueno quizás no fue por eso que no te contrataron, pero por la razón que haya sido te salvaste de algo muy malo jajajaja
    A todo esto nunca usé esos correctores y hace aaaños que no uso correctores, por que solo escribo en mi agenda y cualquier cosa se tacha y chao jajaj

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  11. Jajajaja morí con tu anécdota!
    Que atroz eso de buscar pega y llenar formularios, yo siempre me equivoco en los que tengo que rellenar, señal el formulario que sea XD
    Te juro que te vi pegando los pedacitos de corrector en la hoja XD
    Besos!

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  12. ajajajajajaja te imaginé ahí escondiendo el corrector y dpp los de seguridad muertos de la risa x) o quizás ni se dieron cuenta, que va uno a saber pu así que nanai bonita! un besote :*

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  13. JAJAJAJ xD Ay, Pao, ay linda Pao jajaja como hiciste eso?? xD O sea creía que yo tenia problemas de manos torpes pero creo que me superaste xD debo decir que la primera vez que ocupé esos correctores los encontré exóticos, pero no tuve problemas xD Pao que onda? xD jajaja Me gusta que lo compartieras si, me hizo el día 😀 Feliz año linda!

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  14. Jajajaja nooo qué triste xD Yo bueno, aún en la U y sin anécdotas laborales, pero algo gracioso que me pasó en la Universidad tal vez fue el peor reto de mi vida. No fue por haber hecho algo inapropiado, o por haber respondido algo mal. El peor reto en mi vida universitaria fue en segundo año por parte de una profe de Enfermería que me retó durante varios minutos por haber cometido la osadía de decir, en un contexto informal, la palabra «potito». Sí, yo dije «le diría al niño que le voy a poner una inyección en el potito y…» y ná pos. Apocalipsis. Que cómo se me ocurría, si acaso eso eran términos para una estudiante de medicina, y mis amigos atrás de la profe doblándose de risa. Ahora tengo un trauma con esa palabra, y una anécdota que mis amigos no me dejan olvidar jajajaja. Saludos!!!

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  15. Jajaja al menos tu anécdota es graciosa! Cuando postulaba a una beca para irme a Japón se me olvidó todo mi proyecto y terminé balbuceando en inglés solo para salir llorando después :c

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  16. Yo empecé en mi trabajo con una reunión con el jefe, obvio, y el primerísimo primer día entro a su oficina, me voy a sentar y desaparecí. Calculé mal dónde estaba la silla y terminé de poto en el suelo. Jajajaja.

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